Todos los años la “pasarela” de la alimentación se ve salpicada por un puñado de tendencias que marcan el ritmo de lo que se “debe” consumir, bien sean alimentos puntuales, corrientes alimenticias, tipos de comida proveniente de algún lugar del planeta, técnicas culinarias de cocción o maneras de comer un plato entre otras. El 2017 nos trajo unas tendencias de consumo como el hábito de reducir la ingesta azúcar, con la entrada de los millenials en el mercado de compradores, las hamburguesas gourmet o los food truck, la comida étnica, vuelve el consumo de las frutas “feas” esas que por algún “defecto” de imagen eran descartados por las grandes superficies de venta, el consumo de vegetales se encaramó hasta lo más alto de productos de “moda” a la hora de seleccionar nuestras comidas, la venta de productos kilómetro cero aumentó enteros, colocando “lo sano” como una tendencia marcada entre los consumidores, así como el aterrizaje definitivo de los productos naturales y orgánicos aunque tengamos que pagar más por ellos.
En el 2018 la tendencia de los alimentos saludables y orgánicos mantendrá su estatus trending incluso con algún repunte, pero no solo los alimentos naturales, sino también las dietas completas a base de estos alimentos, los personal dietitian o dietistas personales que nos alimentarán de manera específica y personalizada como si de un entrenador se tratase, lo saludable seguirá de moda, el cambio climático preocupa al consumidor así que en este caso, los elementos que se usen para elaborar el packaging o envases de la comida deberán ser reciclados, naturales, bio degradables o similares, así también como el material que usamos para consumir nuestros ingredientes, ya sean platos, servilletas, cubiertos, etcétera. Por otra parte, la personalización de los alimentos para pequeños grupos de consumidores como alimentos para personas con hipertensión o a la inversa, productos lácteos con o sin todo tipo de encimas, vitaminas o elementos para cada tipo de consumidor, siendo no muy diferente en el resto de productos de consumo habitual. En cuanto a los restaurantes propiamente dichos, sufrirán ciertos cambios o tendremos apariciones del tipo “todo vale”, es decir, en un mismo restaurante podremos encontrar comida tradicional local, así como diversos platos de distintas partes del globo, salpicando sus cartas con comidas “viajeras” cerca de ti. Con menos fuerza tal vez, pero de manera notoria, volverá una oleada de cocina asiática, la textura de los alimentos será un elemento que se usará para vender lo de siempre con una vuelta de tuerca para re enganchar al consumidor, los híbridos alimenticios cual Frankstein saltarán a la palestra como los taco-burger, la pizza-taco (o burger), la idea es la de mezclar dos platos hechos y mezclarlos sin pudor, algo así como la “corriente fusión” pero a lo bestia, a quemarropa, sin ningún atisbo de delicadeza y al parecer por fin saltará al mercado la “carne de laboratorio”, sí, aquella que no proviene de ningún animal, sino que se produce íntegramente en un laboratorio, en fin, parece ser este el panorama que tendremos en el 2018, eso sí, muy a nuestro pesar, lo que parece no va a cambiar es la publicación de lo que comemos en las diversas redes social, al parecer la gente se une publicando todo lo que se lleva a la boca al grito de “larga vida al food porn”.
¡¡Muy interesante!! Ojalá los productos sanos y ecológicos jamás pasen de moda =)
Me ha apasionado este post y en ningún momento había
leído una opinión como esta sobre el tema,
excelente ! Felicidades